lunes, 15 de marzo de 2004

Tupidas tetas

El turgente pecho de Janet Jackson mostrado unos segundos en el descanso de la “Super Bowl” ha sido la última y absurda excusa del imperio yanki para imponer una brutal censura en los medios de difusión audiovisuales. Con la dudosa intención de evitar sucesos similares, algunas televisiones norteamericanas emitirán los acontecimientos en directo con un leve desfase temporal para poder recortar las imágenes o palabras inadecuadas.

Evidentemente esta inquisitiva censura previa sólo podía surgir en el llamado país de las libertades. Su intocable moralidad no puede permitir que se exhiban tetas en televisión. Eso sí, cada ciudadano de intachable ética puede pasearse con un revolver, cada recto policía puede reventar a golpes a un detenido, cada gobernante puede ordenar ejecuciones a reos o incluso montarse guerras por ahí...Pero claro, nada de eso es comparable a un lujurioso y provocativo seno, sobre todo teniendo en cuenta que USA es el paraíso de las Webs pornográficas. Más del 60 por ciento de las páginas de pornografía infantil en Internet tienen origen norteamericano. Paradójico e hipócrita puritanismo el de los americanos.

La mini exhibición de la Jackson se ha convertido en la disculpa perfecta para tapar las crecientes críticas a una guerra injusta, entre otras cosas.

Cada vez es más evidente que los argumentos que llevaron a la guerra son falsos. No hay indicios de armas de destrucción masiva y si de mentiras e intereses económicos. En un año de campaña electoral no sería nada favorable que la verdad saliera a la luz, es mejor correr una tupida teta sobre los asuntos desagradables.

En España también hay elecciones en marzo. De momento los populares no han instaurado la censura previa en los medios de difusión, aunque su mayoría absoluta ejerce una total falta de transparencia en las Cortes. También hay una soterrada censura y un estricto control político en algunos medios informativos. En este sentido, los profesionales de Antena-3 televisión han denunciado que reciben presiones para “orientar” los contenidos de las noticias.

Es un tópico, pero por ello no deja de ser cierto: La información es poder. Por eso el poder establecido siempre ha pretendido controlar la información a través de la censura; y la libertad de expresión está más limitada cuanto más estricta es la dictadura.

Dada la ferviente admiración de nuestro presidente por George Bush y sus ansias de emularle incluso en la entonación o en poner los pies sobre la mesa, me corroe una duda: ¿Con que tupida teta pretenderá cubrir Aznar los deslices de su gobierno...?

domingo, 14 de marzo de 2004

Romanticismo enfermizo

El autor chileno, Antonio Skármeta, premiado con el último premio Planeta publicó en 1985 un libro titulado “El cartero de Neruda” (Ardiente paciencia). La deliciosa novela, en su ficción, además de plasmar la situación social y política del Chile de los años previos al golpe militar de Pinochet, narra las tribulaciones de un joven metido a cartero.

Mario Jiménez, el protagonista, es un ferviente admirador del poeta chileno premiado con el Nobel de literatura en 1971, además de ser su cartero. Esta sublime admiración provoca que, entre las anécdotas y peripecias exquisitamente relatadas en la novela, destaque la entrega con que Jiménez desarrolla sus tareas postales.

Hace años un amigo me comentaba que la de cartero era una profesión romántica. Sí, tal vez lo era. Por su vocación de servicio público, de acercar a través del texto escrito a quienes estaban lejos, de facilitar un igualitario sistema de comunicación a los ciudadanos... Supongo que también antes tenían cierto romanticismo las vocaciones de los médicos o de los maestros. Prestaban una importante labor social, mejor o peor recompensada por el estado.

Pero ahora, en esta sociedad globalizada y politizada por las ansias del mayor rendimiento económico se han enterrados aquellos romanticismos.

Correos prefiere gastarse sus millones de ingresos esponsorizando eventos deportivos: ciclismo, balonmano, baloncesto, motociclismo...mientras no contratan personal suficiente. Lo importante es que algún posible comprador conozca la empresa para comprarla cuando se privatice, no aquella romántica idea de prestar un servicio público, de calidad e igualitario.

En la enseñanza sucede algo parecido. No se mejora la educación pública, es mejor subvencionar la privada para que, aunque la calidad de la educación empeore y no sea igual para todos, algunos se enriquezcan. Total, los hijos de los ricos seguirán educándose igual.

¿Y en la sanidad?, para que hablar. Mientras el gobierno se jacta de su deficit cero, médicos y pacientes luchan por acabar con las consultas abarrotadas que inciden en una pésima atención. Da lo mismo, quien tenga dinero siempre puede pagarse un médico privado.

Y es que quienes no son adinerados pecan de un enfermizo romanticismo. Quieren recibir cartas, educación y asistencia sanitaria. ¿Para que lo querrán, si se van a morir igual?. Que más da que mueran ignorantes y sin diagnósticos ni medicaciones; si total tampoco podrán escribir cartas contando sus penas a nadie, ya que el correo público no existirá o tendrá tan poco personal que no se podrán repartir.