martes, 29 de abril de 2003

Dos varas de medir

Las recientes ejecuciones en Cuba y la represión política del régimen castrista han reavivado la latente polémica sobre la pena capital y han provocado enfrentamientos verbales tanto entre nuestros políticos como entre las diferentes tendencias de la opinión pública.

Ciertamente la represión contra las libertades y la pena de muerte son reprobables e indefendibles bajo cualquier punto de vista, pero no sólo en Cuba, sino en todo lugar y momento. Lo extraño del caso (o no tanto) es que curiosamente los encargados de realzar y potenciar estas polémicas utilizan una doble vara para medir.

La medida es muy, muy larga si afecta a los países poderosos, sus simpatizantes o análogos ideológicos y muy, muy corta, si se refiere a quienes interfieren a los intereses de esos todopoderosos catalizadores del capitalismo y carecen de potencial bélico para defenderse.

La guerra contra Irak es un claro ejemplo. Se le acusaba de tener unas armas de destrucción masiva de dudosa existencia, cuando hay otros países como Israel o Pakistán que si las poseen (pero claro, son amigos...), o China o Corea del Norte (pero claro, se pueden defender, en el primer caso; o no tienen nada tan interesante como el petróleo, en el segundo).

El caso de la pena de muerte, se vuelve a pecar de una descomunal hipocresía. De acuerdo que es una barbaridad que cuba ejecute reos, pero también lo es que lo hagan otros 90 países en el mundo, tales como China, Egipto, La India... o Arabia Saudí, país donde ser homosexual te puede costar la vida. También se mata legalmente es 38 de los 50 estados de USA, y precisamente ese mesiánico salvador de la humanidad y defensor de no sé qué libertades, a quien apoya incondicionalmente nuestro democrático y liberal presidente del gobierno, firmó el record de 135 sentencias de muerte cuando era gobernador de Texas, pero claro, sólo él y la CIA tienen licencia para matar a supuestos terroristas y demás maleantes cuando les sale del forro de sus caprichos...

Bush, Blair y Aznar, también han decidido condenar a muerte a miles de iraquíes sin ni siquiera juicios previos, pero claro, ellos son infalibles e intocables.

Es necesario que para lograr un mundo más justo luchemos especialmente la pena de muerte, pero contra todas las penas de muerte, no sólo con las que realizan quienes nos caen mal. También debemos acabar con las represiones contra la libertad política, ideológica, de expresión y demás libertades fundamentales... Señores del gobierno, tal vez en esto último no sea necesario salir de nuestro país para ponerlo en práctica.

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