lunes, 27 de enero de 2003

El reparto y la razón

Señalan los datos económicos y de servicios que Girona es la mejor provincia española para vivir. Zamora la peor. Simplemente no me lo creo. Los opulentos y poderosos viven bien en cualquier sitio. Los pobres y desahuciados apenas si pueden sobrevivir en ningún lugar. Esos datos solo dejan patente la cruel realidad de la desigualdad: en Girona hay más ricos, o ricos con más dinero; y en Zamora más pobres, o pobres con menos dinero.

El mundo está muy mal repartido, tanto que las 225 personas más acaudaladas del mundo poseen el 47 por ciento de la riqueza, tanto que con solo el 4 por ciento del dinero que tienen esos dos centenares de personas se podrían acaban con muchos problemas de los que padece la humanidad.

El 20 por ciento de los habitantes más afortunados del planeta consumen el 45 por ciento de la carne y el pescado, el 85 por ciento del papel, el 58 por ciento de la energía, el 74 por ciento de las líneas telefónicas y genera el 53 por ciento de las emisiones de CO y el 68 por ciento de los residuos industriales. Por el contrario el 20 por ciento de los terrícolas más desgraciados utilizan el 4 por ciento de la carne y el pescado, el 1 por ciento del papel, el 4 por ciento de la energía, apenas el 1,5 por ciento de las líneas telefónicas y producen el tres por ciento de los residuos contaminantes. Vamos, que el 20 por ciento de los humanos se comen y destruyen la Tierra y otro 20 por ciento apenas malvive.

Es como si en una familia de cinco personas, una se queda con casi todo y el resto con las migajas. Con la “globalización”, que está tan de moda, únicamente pretenden perpetuar esa injusticia y que los ricos aún exploten más a los pobres.

Otra signo del mal reparto del mundo es que los países más poderosos están en el norte (USA, Japón, Alemania, Gran Bretaña...), sin embargo, los más ricos en recursos biológicos se encuentran en el sur (Brasil, Indonesia, Australia,...). Hasta el petróleo está mal repartido... Sino que se lo pregunten a Bush. El pobrecito, su país, solo posee el 7 por ciento de las reservas mundiales, mientras en el Golfo pérsico se acumulan el 56 por ciento, de las cuales casi una quinta parte son de Irak y por eso se lo quiere quitar a Sadan Husein.

Lo mal repartido que está el mundo no es nada nuevo, solo que cada vez va a peor. Ya en el siglo XVI Descartes afirmaba: “No hay nada en el mundo repartido más equita-tivamente que la razón: Todo el mundo esta convencido de tener suficiente. Así es, incluso muchos de esos despiadados tiránicos que nos gobiernan y destruyen el planeta creen tenerla.

sábado, 25 de enero de 2003

Mujeres sorprendidas

Las mujeres trabajadoras españolas con hijos menores de tres años pueden solicitar, desde el pasado trece de enero, una ayuda de 100 euros mensuales por cada uno de ellos. La medida es positiva pero claramente insuficiente.

Únicamente se verán favorecidas por esta decisión alrededor de medio millón de mujeres. El resto de posibles beneficiarias no recibirán nada porque no trabajan, es decir, no cotizan a la seguridad social ni reciben una remuneración por su trabajo, porque lo que es trabajar, trabajan como cualquiera, o más; y si no que se lo pregunten a cualquier ama de casa.

El problema de las amas de casa es que realizan las tareas menos agradecidas y más desprestigiadas de la sociedad porque ni siquiera tienen la consideración de empleo. Esta profesión denominada “sus labores”, suele ser ejercida, generalmente, por mujeres casadas, que únicamente se ocupan en cuerpo y alma de su familia. El capitalismo las ha sumido en un profundo agravio comparativo despreciando su trabajo para no tener que aceptar que debe remunerarse de algún modo.

La plusvalía marxista de la que se nutre el capital surge, en su mayor parte, del trabajo, de la capacidad de producir de los empleados; y ahí es donde entra la labor de las amas de casa porque garantizan esa capacidad de producir con sus tareas en la sombra. Desde hacer la comida hasta soportar el stress trepidante que producen los empleos a sus respectivas parejas, pasando por realizar la limpieza, ordenar la casa, cuidar los niños,...todos y cada uno de estos aspectos que recaen sobre el ama de casa hacen posible que después los trabajadores rindan en sus empleos para generar los beneficios con los que los empresarios mantienen vivo el capitalismo.

Una parte de esos beneficios las pertenece, igual que al trabajador le corresponde el salario, y esa parte debería ser, al menos, igual que habría que pagar por contratar a alguien que hiciera todas sus tareas.

Durante un tiempo se reconocieron las importantes tareas de la mujer dándolas palmaditas en la espalda con frases, tan ciertas como estériles, tales como: “Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”. Posteriormente, con cierta mala leche feminista surgieron afirmaciones, no menos ciertas, que respondían a la pregunta: “¿Que hay detrás de un gran hombre?”, con un tajante: “Una mujer sorprendida”. Visto lo visto, se podría añadir que detrás de todo gran hombre hay una mujer sorprendida y, por lo general, explotada, porque ya va siendo hora de que se valore su trabajo como se merece.

martes, 14 de enero de 2003

Tontos y culpables

Ya ha cumplido un año. Sí, parece que fue ayer cuando nuestro presidente Aznar aseguraba que nuestra nueva moneda aportaría estabilidad a los precios y nuestro ministro Rato vaticinaba que su introducción no influiría en el IPC. Nuestro futuro económico era idílico.

Pero no. No fue ayer sino hace más de un año que el euro comenzó a circular por nuestras carteras; y no, no ha sido un idilio, sino un espanto. La inflación española alcanzaba el 4 por ciento en octubre. El doble de lo previsto por el gobierno. En la Unión Europea, cuya media inflacionista era del 2,3 por ciento, sólo nos superaban Irlanda y Portugal, con el 4,4 y 4,1 por ciento de inflación en cada caso.

Con el euro, no sé sabe muy bien si por el famoso redondeo, la cuadratura o el morro que se le echa al asunto, los precios se dispararon. La caña de cerveza que te tomas en el bar de la esquina pasó de costar una media de 175 pesetas a 1,5 euros. Un 43 por ciento más. La barra de pan costaba 105 pesetas. Ahora 0,75 euros, casi un 20 por ciento más. Y así todo, o casi todo. La gasolina subió una media del 9 por ciento, las matriculas universitarias el 7,2, el transporte público casi el 7 por ciento...,y cosas tan habituales como comprar un chicle o apostar en una máquina tragaperras elevaron su coste más del 66 por ciento.

En este cúmulo de despropósitos el primero en romper sus recomendaciones de no usar el euro para subir los precios fue el gobierno. Los impuestos especiales sobre alcohol y tabaco aumentaron un 8 por ciento en 2.002 y un 5,5 por ciento el de la cerveza. También se crearon nuevas tasas, como la que grava los billetes de tren. Así no es fácil dominar la temida inflación que nos agujerea los bolsillos.

Pero no hay que preocuparse. Todo está controlado. Se van a adoptar medidas para evitar el incremento de precios. Al parecer la mas importante es suprimir el doble etiquetado de precios en euros y pesetas. No abaratará nada, pero así, si aún no dominas bien el euro, no te enteraras de lo que pagas. Sicología pura: ojos que no ven, corazón que no siente.

Mientras llega esta balsámica medida, nuestro avispado y adorado gobierno ya bombardea nuestras ignorantes mentes con mensajes publicitarios que nos recuerdan que 50 euros no son 5.000 pesetas y cosas similares. También afirman en otros “spots” que “saber el valor del euro depende de ti”, como diciéndonos: “¿Tú eres tonto, o qué?. Para que compras si está tan caro. No ves que haces que se dispare la inflación”.

Definitivamente somos tontos y culpables, pero no de la inflación, sino de tener los gobernantes que tenemos. Al fin y al cabo tienen mayoría absoluta gracias a los votantes.

jueves, 2 de enero de 2003

Cántaros rotos

El pasado 27 de diciembre, el gobierno vasco logró el respaldo de su parlamento autónomo para aprobar los presupuestos del año 2.003. Hasta aquí todo normal,...excepto que el ejecutivo vasco solo tiene el apoyo incondicional de 36 de los 75 parlamentarios que componen la cámara legislativa de Euzkadi.

Esta situación de minoría había provocado que en anteriores ocasiones los presupuestos presentados por el PNV y sus aliados fueran rechazados. El milagro ocurrido para que esta vez, y un día antes de la señalada fecha de los Santos Inocentes, el ejecutivo vasco consiguiera el apoyo del poder legislativo fue la ausencia de cuatro diputados de la oposición.

Argucia, treta, suerte o casualidad, el resultado es inapelable: 36 votos a favor, 35 en contra, cuatro ausencias vitales y miles de, por enésima vez, “inocentes” ciudadanos.

Sin entrar en si se debía aprobar o no; ni en las causas por las que no comparecieron los cuatro diputados, (algunas tan justificadas como la recuperación de un parto); ni en el color y peso político de los mismos (uno de ellos candidato a lehendakari por el PP, Mayor Oreja), lo preocupante de la situación es, una vez más, la presumible pasividad y desidia de nuestra clase política.

Lo sucedido no es algo puntual ni extraordinario. Hace escasas fechas el Parlamento Europeo rechazó la creación de una comisión de investigación para esclarecer los hechos que provocaron la catástrofe del “Prestige”. La negativa de la eurocámara fue por seis votos de diferencia. Lo denigrante del caso es que la propuesta era del grupo socialista, y en la votación faltaron ocho de sus eurodiputados, entre ellos Rosa Díez y José María Mendiluce.

Unos años atrás, un periodista gráfico captó la contorsionista figura de un senador español realizando una doble votación. Su pie presionaba sobre el pulsador de su escaño, mientras que su mano lo hacía en el de su compañero ausente, en incomoda postura. Parece que todo vale, pero para eso es mejor que un solo representante de cada partido pueda votar por todos los escaños correspondientes y nos ahorraríamos pagar dietas y sueldos a mucho estómago agradecido. Total, la férrea disciplina de partido ahoga cualquier voz discrepante dentro de él y los resultados serían los mismos (eso si la extrema concentración de los votantes no confunde la compleja acción de pulsar el si o el no, como ha sucedido en ocasiones).

No dudo de la honestidad y entrega de algunos políticos. Tampoco puedo dudar de la frivolidad y desdén que vuelcan otros de nuestros insignes representantes en sus tareas. Tanto va el cántaro político a la fuente de las ausencias e indiferencias que al final se romperá.