martes, 14 de enero de 2003

Tontos y culpables

Ya ha cumplido un año. Sí, parece que fue ayer cuando nuestro presidente Aznar aseguraba que nuestra nueva moneda aportaría estabilidad a los precios y nuestro ministro Rato vaticinaba que su introducción no influiría en el IPC. Nuestro futuro económico era idílico.

Pero no. No fue ayer sino hace más de un año que el euro comenzó a circular por nuestras carteras; y no, no ha sido un idilio, sino un espanto. La inflación española alcanzaba el 4 por ciento en octubre. El doble de lo previsto por el gobierno. En la Unión Europea, cuya media inflacionista era del 2,3 por ciento, sólo nos superaban Irlanda y Portugal, con el 4,4 y 4,1 por ciento de inflación en cada caso.

Con el euro, no sé sabe muy bien si por el famoso redondeo, la cuadratura o el morro que se le echa al asunto, los precios se dispararon. La caña de cerveza que te tomas en el bar de la esquina pasó de costar una media de 175 pesetas a 1,5 euros. Un 43 por ciento más. La barra de pan costaba 105 pesetas. Ahora 0,75 euros, casi un 20 por ciento más. Y así todo, o casi todo. La gasolina subió una media del 9 por ciento, las matriculas universitarias el 7,2, el transporte público casi el 7 por ciento...,y cosas tan habituales como comprar un chicle o apostar en una máquina tragaperras elevaron su coste más del 66 por ciento.

En este cúmulo de despropósitos el primero en romper sus recomendaciones de no usar el euro para subir los precios fue el gobierno. Los impuestos especiales sobre alcohol y tabaco aumentaron un 8 por ciento en 2.002 y un 5,5 por ciento el de la cerveza. También se crearon nuevas tasas, como la que grava los billetes de tren. Así no es fácil dominar la temida inflación que nos agujerea los bolsillos.

Pero no hay que preocuparse. Todo está controlado. Se van a adoptar medidas para evitar el incremento de precios. Al parecer la mas importante es suprimir el doble etiquetado de precios en euros y pesetas. No abaratará nada, pero así, si aún no dominas bien el euro, no te enteraras de lo que pagas. Sicología pura: ojos que no ven, corazón que no siente.

Mientras llega esta balsámica medida, nuestro avispado y adorado gobierno ya bombardea nuestras ignorantes mentes con mensajes publicitarios que nos recuerdan que 50 euros no son 5.000 pesetas y cosas similares. También afirman en otros “spots” que “saber el valor del euro depende de ti”, como diciéndonos: “¿Tú eres tonto, o qué?. Para que compras si está tan caro. No ves que haces que se dispare la inflación”.

Definitivamente somos tontos y culpables, pero no de la inflación, sino de tener los gobernantes que tenemos. Al fin y al cabo tienen mayoría absoluta gracias a los votantes.

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