miércoles, 19 de febrero de 2003

Las dimensiones del trecho

Antes de que Aznar negara en el congreso de los diputados que el gabinete que dirige tuviera adoptada una postura sobre la probable guerra con Irak, el PP ya había aprobado el inicio de una campaña informativa para aclarar su postura, y la del gobierno, ante la crisis iraquí (Por cierto, aunque es favorable a una hipotética guerra, paradójicamente el panfleto se titula “Por la paz, por nuestra seguridad”). Es preocupante esta contradicción, porque o Aznar no tiene el apoyo de su partido, o no dice la verdad.

Dada los aplastantes triunfos con que el gobierno barre cualquier iniciativa de la oposición, es del todo improbable que el ejecutivo no cuente con la sumisa lealtad de sus correligionarios populares. Parece, pues, más acertado pensar que nuestro presidente no es del todo sincero en este tema. Normal, Aznar tiene ante si un gran dilema: someterse y hacer el caldo gordo a Bush, su colega de colocar los pies sobre la mesa mientras charlan; o respetar la opinión mayoritaria del pueblo español, que es contraria a la guerra.

Seis de cada diez norteamericanos apoyan una acción bélica. La misma proporción de europeos se opone al conflicto armado y supera el setenta por ciento en el caso de España.

Mientras tanto, el partido que nos gobierna pretende hacernos creer que casi todos estamos equivocados y que para velar por “la paz” y por “nuestra seguridad” hay que promover una absurda guerra de resultados impredecibles. ¡Uff, menos mal que nuestro gobierno aún no ha decidido que hacer!. ¡Respiro tranquilo con ello!.

Nada indica que nuestro gobierno apoye la guerra: ni las chabacanas relaciones de nuestro presidente con Bush, ni su distanciamiento con los líderes europeos contrarios al uso de la fuerza, ni siquiera los dos millones de vacunas contra la viruela que han adquirido para prevenir un posible ataque con armas biológicas, y que han costado siete millones de euros...

En cuanto a lo de esa campaña del PP “por la paz y nuestra seguridad”, es que les gusta mucho eso de publicitarse, por qué...¿quién no está harto ya del bombardeo propagandístico, de mas de siete millones de euros, con que nos obsequia el ministerio de trabajo con lo de la subida de las pensiones?. “Dicho y hecho”, dicen. ¡Con lo poco que les hubiera costado subir las pensiones el IPC real en su momento en vez de hacerlo un quimérico dos por ciento!. Y encima quieren vender su error como un derroche de generosidad hacia los pensionistas.

Aznar no tiene decidido si apoyará la guerra. Dicho y hecho, pero la sabiduría popular siempre ha sentenciado que del dicho al hecho, va un trecho, en este caso, un incalculable e infinito trecho.

miércoles, 12 de febrero de 2003

No tengo tiempo

¡No tengo tiempo!. Es la excusa más habitual si nos proponen hacer algo que no nos apetece, e incluso, en ocasiones, aunque deseemos hacerlo. Ciertamente el tiempo es una de las pocas cosas que el hombre no puede manipular y, lo queramos o no, somos sus esclavos.

Pero veamos en que gastamos nuestro tiempo: un tercio del día, y de la vida, se nos va durmiendo. Casi otra tercera parte la empleamos en el estudio y el trabajo. Para comer y cubrir todo tipo de necesidades fisiológicas y de higiene utilizamos más de tres horas diarias y en desplazamientos casi otras dos horas.

Sumando todo esto parece que nos quedan poco más o menos tres horas diarias para hacer lo que nos plazca (bueno, si eres una mujer que trabaja fuera de casa y luego haces las tareas del hogar, aún te quedará menos, o no te llegará el que tienes, porque las amas de casa españolas dedican casi cuatro horas diarias a las labores de casa, frente a los 37 minutos que dedican los hombres). Nuestro tiempo libre no es demasiado.

Curiosamente, en este país malgastamos casi cuatro horas diarias a ver la televisión durante el pasado mes de enero. Después de trabajar, dormir o estudiar, es la actividad que más tiempo nos ocupa y la realiza habitualmente el 75 por ciento de los españoles. Es cierto que, por ejemplo en USA, el consumo de televisión es mayor, pero no es consuelo. Allí también apoyan una guerra absurda, se atiborran de comida basura y, muchos americanos se pasean con armas por la calle.

Debe ser muy interesante lo que emiten por la pequeña pantalla para que nos absorba todo el tiempo libre del que podemos disfrutar, e incluso un poquito más. Comprobando la programación, vemos que predominan los bodrios tipo operación triunfo, gran hermano y similares, además de denigrantes programas en los que se sacan a relucir los trapos sucios de los famosos y de los que no lo son tanto. Ah, también el fútbol es un habitual líder de las listas de audiencia junto con algunas películas.

Tal vez eso sea lo más fascinante que somos capaces de hacer los fabulosos humanos del siglo XXI: encerrarnos en nosotros mismos, sentarnos ante la “tele” y ver como se esfuma nuestro vida. Pobre balance para un animal social que vive en lo que McLuhan definió como “aldea global” por la facilidad para transmitir información y comunicarse que suponen los adelantos tecnológicos...

...Perdona por el aburrido sermón, a mi también me hubiera gustado escribir una columna más amena, documentada y didáctica, pero supongo que la televisión ha carcomido excesivamente mi capacidad de comunicar y, además,... ¡no tengo tiempo!.

lunes, 10 de febrero de 2003

Demasiados fumadores

Poco sospechaban los colonizadores de América que uno de los regalos que se trajeron de aquellas tierras, el tabaco, iba a generar tanta polémica. La Inquisición ya consideró el acto de fumar como algo diabólico y condenó a prisión a quienes fumaban.

Después parece que, con sus detractores y defensores, fumar fue considerado algo que hacían los aventureros y quienes tenían cierto aire trascendente y bohemio. A pesar de los opositores a tal vicio, el comercio del tabaco, y el capitalismo que lo fomentaba, crearon multinacionales tan poderosas como las que conocemos hoy en día. Desde hace unos años, los gobiernos han decidido que el tabaco es malo para la salud. Supongo que lo habrá sido siempre, pero ahora es cuando ven que las enfermedades que produce tienen un coste superior a los ingresos que les genera. (más de la mitad del valor de las cajetillas son impuestos).

El tabaco llega a matar (no más que las guerras y las armas), por eso puede ser positivo que se intente acabar con su consumo. Recientemente se han aprobado normas que prohíben publicitar el tabaco, venderlo a menores de edad, fumarlo en organismos públicos y, a corto plazo, en empresas privadas. Encomiable, pero me da pánico la medida que lo suprimirá de los productos que influyen en el IPC. Podrán elevar su precio cuanto quieran. No quiero ni pensar en el día que decidan que, por ejemplo, los coches y el sexo afectan negativamente a nuestra salud. ¿A que precio que se pondrán la gasolina y los preservativos?.

Dicen que en nuestro país el precio del tabaco es menor a la media europea. Lamentablemente también lo son los salarios. Es cierto que somos uno de los lugares de Europa donde más se fuma: casi un 37 por ciento frente a apenas el 30 por ciento de media europea.

El caso es que también encabezamos estadísticas como el paro (mas del 14 por ciento), o la inflación (el 4 por ciento), sin que parezca preocupar tanto a nuestros gobernantes.

Para compensar hay otros ranking en los que ocupamos la cola, como el salario mínimo interprofesional o las ayudas por hijos. ¡Ah!, por cierto, también en el número de actos sexuales somos de los últimos. Sólo 121 al año, según una marca de preservativos. Estamos muy lejos de los 167 de Francia, o los 158 de Holanda.

Y es que en este país se fuma mucho. Hagamos un pequeño ejercicio: intente, por favor, recordar cinco marcas de tabaco. ¿Fácil, eh?. Ahora, por favor, enumere cinco marcas de preservativos. ¿Complicado?. Pues eso, menos fumar y más..., antes de que decidan que es perjudicial para la salud.