jueves, 14 de noviembre de 2002

Explosión de alegría

Los más de dos millones de funcionarios de este país deben estar muy contentos. Gobierno y sindicatos han firmado un acuerdo para que los salarios públicos se incrementen el año próximo por encima del dos por ciento. La explosión de júbilo ha de ser indescriptible. Después de dos lustros acumulando una pérdida de poder adquisitivo superior al 15 por ciento, podrán ver como sus sueldos aumentan un 1,3 por ciento más que la previsión de inflación fijada por el gobierno.

Las elecciones sindicales en la administración están a la vuelta de la esquina y los sindicatos toman posiciones para lograr votos. Pero lo que se les ha olvidado remarcar para que lo tengan en cuenta sus votantes funcionarios es que ese incremento salarial no será para todos. Además, algunos de los que lo obtengan deberán cambiarlo por movilidad geográfica y flexibilidad horaria.

La alegría de los funcionarios debe ser patente: sus representantes hacen la “machada” de conseguir un aumento salarial inferior al índice de precios al consumo (IPC) acumulado en lo que va de año 2.002, y además a cambio de ceder algunos de los derechos adquiridos por el colectivo funcionarial.

A la desfachatez de los sindicatos intentando publicitar como ventajoso un convenio mediocre, hay que añadir los antecedentes de este gobierno sobre la trasgresión de una situación similar. Es cierto que el acuerdo sobre una subida salarial a los funcionarios igual al incremento del IPC, en el trienio 1.995-97, había sido rubricado por el gobierno socialista, pero la actitud del PP incumpliendo lo pactado (con el actual candidato, Mariano Rajoy, como ministro de administraciones públicas) y, posteriormente recurriendo la sentencia de la Audiencia Nacionalque obligaba a hacer efectivo el pago, deja clara su postura. El posterior fallo del Tribunal Supremo anulando la sentencia que condenaba al pago de los atrasos pactados e incumplidos sienta un peligroso precedente para que el Gobierno pueda incumplir, cuando le venga en gana, cualquiera de sus acuerdos.

Gobierno y sindicatos se balancean con los próximos vientos electorales y parecen actuar en consecuencia. Hay que tener contentos a los votantes y prepararles para el siguiente engaño. No en vano, el poeta Paul Valery ya describió la política como el arte de evitar que la gente se preocupe por lo que le atañe. Mientras tanto sólo debemos seguir la sabiduría popular y responder a nuestros, sobradamente identificados, sindicalistas y políticos: “quien no os conozca, que os compre”.

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